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Abandonos exóticos

aMasquefa.com
19/08/2007

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Tener en casa un animal salvaje se ha convertido en una costumbre cada vez más habitual
Deshacerse de ellos origina problemas morales, ecológicos y económicos

 Victoria Agustí sostiene una iguana que llegó al centro de anfibios y reptiles de Masquefa (Anoia) con tres patas y un ojo. Foto:  JOAN CORTADELLAS

Victoria Agustí sostiene una iguana que llegó al centro de anfibios y reptiles de Masquefa (Anoia) con tres patas y un ojo. Foto: JOAN CORTADELLAS
BARCELONA






MARTA PARREÑO. Tener un águila en casa, comprar un cocodrilo en un mercadillo de El Cairo o traerse un mono de Argelia suele acabar mal. El águila necesita volar, el cocodrilo puede llegar a medir tres metros y el mono no puede vivir en un piso por más que uno se empeñe.
Hay gente que no lo entiende y son pocos los que asumen las consecuencias de su compra caprichosa hasta el final. En el País Vasco un koala murió de frío. En Esplugues de Llobregat encontraron abandonado un oso perezoso amazónico en una bolsa de basura. Tres iguanas aparecieron paseando por las calles de Barcelona, a una le faltaba un ojo y una pata. Un macaco africano vivía encadenado en un patio de la capital catalana. Desde hace cinco años estos casos se incrementan a una velocidad creciente, porque cada vez son más los que se creen que es posible domesticar a un animal salvaje.
Cada año se promueven, en vano, campañas para evitar el abandono de perros y gatos en verano. Pero apenas se habla de las mascotas exóticas, cuya compra y posterior arrepentimiento crece cada año, especialmente en los meses de calor.
"En verano pueden entrar unas 60 tortugas americanas en un solo fin de semana", dice Joaquim Soler, director técnico del CRARC (Centro de Recuperación de Anfibios y Reptiles de Catalunya). "Algunas las encuentran por la calle y otras las trae la gente después de llamar a información", añade. Tortugas e iguanas son los reptiles que más se abandonan y las serpientes los que más se escapan. Todos ellos se van acumulando en este centro, el único de España que se dedica a cuidar a estas especies cuando quedan desamparadas y que ya cuenta con más de 2.500 animales en sus terrarios, piscinas e incubadoras.

El caimán de Collserola
Allí está el caimán que una familia encontró en Collserola en septiembre del año pasado, un cocodrilo del Nilo que alguien compró al ver como chapoteaba en una palangana en un mercadillo de El Cairo y que luego creció más de la cuenta, y más de 500 tortugas de Florida. Precisamente son estas, la tortugas, las peor paradas, ya que conforman el 75% del universo exótico del CRARC.
Pero los reptiles son solo una parte de un mercado mucho más amplio. "Parece que la globalización haya afectado incluso al terreno de las mascotas", dice Gemma Ribera. Esta sargento de los Mossos d'Esquadra, responsable de la unidad de medio ambiente, todavía recuerda el caso de un hombre que tenía un león en una jaula como reclamo en su gasolinera. "Si estos animales no están bien cuidados o documentados, los tenemos que decomisar", afirma.
El problema es saber a dónde llevarlos, ya que la Generalitat no dispone de ningún centro público que pueda encargarse de ellos. Si son reptiles en principio no hay problema, "el CRARC es un paradigma --dice Ribera--, pero cuando se trata de primates o felinos es más complicado. Hemos de ir buscando a partir de contactos y pequeñas asociaciones protectoras para ver si podemos colocar al animal". Otras veces recurren al Zoo de Barcelona.
Alberto M. vino de Marruecos con tres camaleones en los bolsillos y dos tortugas en la maleta. Viajaba en autocaravana y logró pasarlas por la aduana sin que nadie le dijera nada: "Compré las tres iguanas por 20 euros y las tortugas por 15 cada una en el mercado de Tetuán". A pesar de que su comportamiento constituye una falta administrativa por no tener sus mascotas legalizadas, él dispone en casa de las condiciones necesarias para un cuidado óptimo. "Viajé desde Algeciras a Barcelona parando cada hora para mirar que estuvieran bien", dice. Y ahora, un año después, las tortugas, enormes, incluso han criado.
Según Ribera, hay dos tipos de personas que tienen esta clase de mascotas: los que las compran por capricho y los amantes reales de estos animales, que saben muy bien lo que están comprando y que llegan a cuidarlos como si fueran miembros de su familia. Los primeros, "cuando el animal crece, o bien lo abandonan o, si tienen un poco de sentido común, lo llevan a algún centro", apunta. Y entre los fanáticos de las especies exóticas existen seres humanos tan atípicos como las especies que han adoptado.

Mono con abrigo de visón
Nicolás y Emmanuele tienen 39 y 32 años. Son dos monos de manos blancas procedentes del sudeste asiático, cuyo entorno, lejos de los frondosos bosques de los que proceden, se reduce a la habitación de un piso de Barcelona. Pero su dueño les ofrece no solo los cuidados que requieren como animales si no algunos propios de los seres humanos más

Font: www.elperiodico.com

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