NO es la tónica habitual para mí escribir los jueves, pero las circunstancias de esta semana han modificado no sólo el día de emisión de este artículo, sino también la temática sobre la que versa. Acabo de volver de Barcelona y durante la semana pasada planeábamos la ruta de visita del escaso día y medio que pasaríamos en la Ciudad Condal. Es una ciudad como todos conocen llena de encantos y maravillas, por lo que es difícil elegir qué sitios deseas ver en escasas 12 horas efectivas que puedes aprovechar entre avión, aeropuerto, taxis, etcétera. Claro está que la condición laboral del viaje limita mucho las ofertas que pueda ofrecer la ciudad, y nosotros elegimos para visitar instalaciones que propulsen y promuevan la vida independiente.

¿Y, qué es eso? Se preguntarán ustedes. Pues muy fácil, hay individuos, que por raro que nos parezca entienden que las personas con discapacidad podemos vivir de forma autónoma, que es un concepto claramente diferenciado del modelo asistencial al que estamos acostumbrados a desenvolvernos por estos lares. No consiste en empeñarnos en hacer las cosas por nosotros mismos, sino simplemente tener la opción de elegir per se, lo que deseamos hacer en cada momento. Para conocer más el tema, nos planificaron una ruta por la ciudad haciendo la primera parada en un municipio llamado Masquefa, de escasos 8.000 habitantes y que han desarrollado un aula informática totalmente accesible para cualquier discapacidad, tanto en hardware como en software.

Eso quizás no dice mucho, sólo que se puede vivir en un pueblo, tener discapacidad, y no estar marginado de la sociedad, ni en cuanto a tecnología ni en cuanto a relaciones sociales. Eso sí, todos los letreros de la instalación estaban en catalán, quiero decir con ello, que aunque no existían barreras físicas, me encontré con multitud de barreras de la comunicación y, al menos eso sí, fueron claros conmigo, me explicaron que eso se solucionaba aprendiendo catalán.

Más tarde visitamos un centro de vida independiente real, que consistía en un centro de valoración de capacidades donde en función de ellas, te proporcionan información sobre los elementos de apoyo necesarios para que seas más autónomo. De vuelta a mi ciudad vía aeropuerto ocurrió lo que pasa casi siempre, que uno se siente mal si pretende poner en práctica lo que ha aprendido en cada viaje, y en éste estaba claro, ser autónomo. No te dejan moverte libremente por el aeropuerto si no es con una persona que te acompaña por el mero hecho de ir en silla de ruedas, lo solicites o no, y después de mucho discutir con ellos y de hacerles entender que las ayudas sólo deben proporcionarse cuando se necesitan, oyes una frase del tipo, "es que nosotros cobramos por servicio"; eso, después de llamar esposa, a quien prudentemente me acompañaba, y de dirigirse a ella en vez de a mí cuando querían preguntarme algo.

Si en vez de Barcelona hubiésemos elegido cualquier ciudad andaluza nos hubiera sido mucho mas fácil escoger los sitios, es más, nos podríamos haber ahorrado el viaje, porque no hay. Nos hubiésemos ahorrado los líos de hacer rutas accesibles, las vergüenzas de los aeropuertos, tener que aprender catalán y aún más importante, seguiría soltero. Continuará…

Font:  www.malagahoy.es