GANAR LA ESPERANZA PARA ESTE TIEMPO21/12/2012 GANAR LA ESPERANZA PARA ESTE TIEMPOFELIPE MANUEL NIETO FERNÁNDEZ, Párroco de Cristo Salvador, flipelolo@hotmail.com MADRID.
ECLESALIA, 21/12/12.- La gente esta acostumbrada a animar a los desesperados con el consabido “la esperanza es lo último que se pierde”, sin embargo yo suelo responder, que “La esperanza no es lo último que se pierde sino lo primero que se gana porque sino estás perdido”. Ahora bien, ¿cómo es que escribo sobre ganar la esperanza?, ¿es qué acaso la hemos perdido?; porque, tal como nos van las cosas en general, todo indica que, a pesar de la crisis económica y de valores, nuestras vidas, dentro de la red social que hemos tejido, no se sienten tan amenazadas; que, aunque nos ajustemos un poco el cinturón, nuestro estilo de vida, nuestro ritmo de consumo, apenas se aprecian cambios. Cabalgamos por los días, las semanas y los meses hacia un fin de año más, eso sí, mecidos por la bonanza de cierta certeza de que nada va a cambiar y si cambia tendrá remedio. Los Mass Media, por ejemplo, nos bombardean con que cada día cuesta más dinero “llenar el cesto de la compra”, pero ellos mismo nos dan la solución envuelta en el papel de regalo de las encuestas: “Un estudio elaborado por el Observatorio de Consumo de Esade refleja una Navidad de dos velocidades: el 55% de los españoles se podrá permitir alguna alegría y confiesa que gastará entre 600 y 700 euros por familia, mientras que otro 25% ajustará sus gastos totales a unos 300 euros” ¡Y aquí no ha pasado nada! Pero sí pasa algo, pasa que no nos informan de los hogares que ni siguiera pueden llenar el cesto con los alimentos básicos, no nos cuentan cómo lo pasarán el 20% de los que no tienen sitio en las encuestas, ni de que la pobreza en España, lejos de la esperanza de que esté bajando, aumenta escandalosamente. No sólo los medios de masas, también los Self Media (la información y diversión que podemos tener a nuestra medida y gusto gracias a la posibilidad de la comunicación interactiva) están dotando de una nueva característica a la pobreza: la invisibilidad. Y claro, ojos que no ven corazón que no siente. Sin embargo, las cifras no mienten y desenmascaran la falsa esperanza, no la ganada y que reivindico en estas líneas abiertamente, sino la que nos ayuda a vivir a fuerza de no ver ni sentir. El Instituto Nacional de Estadística ha realizado un estudio sobre la pobreza en España (Encuesta de Condiciones de Vida) del que destacan 12 datos para la alarma:
Más aún, a la pobreza invisible hay que añadir otras dos características: La “persistencia” y la “transmisión generacional”. El despegue económico no ha producido distribución, sino, un aumento de la precariedad laboral. Los “pobres invisibles” son obreros sin trabajo, jóvenes que no acceden a su primer trabajo o con empleos temporales, mujeres con hijos a su cargo, inmigrantes, ancianos y niños. La realidad nos está pidiendo una transformación que comienza por cambiar nuestro estilo de vida, pero aquí nos encontramos con el problema, que a la vez es causa de la invisibilidad de la pobreza: No estamos dispuestos a cambiar. Existe un elemento o factor de conducta que influye poderosamente en nuestro estilo de vida. Los economistas lo llaman descuento hiperbólico, los sociólogos búsqueda de la satisfacción inmediata y, la gente sabía, es decir, nuestros mayores, “más vale pájaro en mano que ciento volando”. “Si a una persona le dan a escoger entre 50 euros hoy o 100 euros mañana, lo normal es que prefiera esperar a los 100. Pero si el plazo de tiempo es de un año, casi todo el mundo prefiere quedarse con los 50 euros en mano. Las consecuencias futuras -buenas o malas- no suelen contar mucho en nuestras decisiones actuales” (Anthony Giddens). En otras palabras, que estaríamos dispuestos a cambiar si viéramos los beneficios del esfuerzo recompensados en un corto plazo de tiempo. Si cayera sobre nosotros la amenaza de que en muy poco tiempo podríamos engrosar las filas de los invisibles, comenzaríamos a pensarnos si disminuimos el tren de vida que llevamos. Si sólo la catástrofe inmediata nos hace cambiar, ¿qué cabida tiene la esperanza, como virtud, en el día a día? En lugar de vivir en esperanza, tiramos hacia delante, ciegos e insensibles, agarrándonos a la espera de los desesperados cuando todo sale mal. Por eso, el Adviento, nos recuerda cada año que tenemos que cambiar, recuperar los horizontes utópicos, alimentar el alma y llenar nuestras entrañas de comprensión hacia los demás, hermanas y hermanos nuestros, para construir un nuevo mundo a fuerza de ganar la esperanza desde el signo de un Dios que se hace hombre, niño y frágil, para salvarnos. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). |